Manuel Matos: el agricultor que siembra innovación sin arrancar sus raíces

20 mayo, 2025

San Juan. En las vastas llanuras del Valle de San Juan, donde la agricultura ha sido la columna vertebral de generaciones, Manuel de Jesús Matos Pérez se ha convertido en símbolo de transformación agrícola. Nieto e hijo de agricultores, Matos ha sabido honrar la herencia de su familia mientras lidera un proceso de modernización que coloca la sostenibilidad y la eficiencia en el centro de su labor.

“Desde pequeño estuve metido en los surcos, viendo a mi padre y a mis abuelos trabajar la tierra. Eso marcó mi vida y mi compromiso con el campo”, comenta Matos, mientras recorre su finca, que hoy combina tradición con tecnologías de vanguardia. Aunque profundamente arraigado en las prácticas rurales que aprendió desde la infancia, entendió que el futuro del agro requería un cambio urgente frente a los desafíos del clima, la escasez de agua y la creciente demanda alimentaria.

Decidido a evolucionar, dejó atrás el habitual sistema de riego por inundación —muy común pero derrochador— y apostó por un sistema de riego tecnificado por presión. Esta técnica le ha permitido aplicar agua de manera precisa, optimizar recursos y, sobre todo, elevar notablemente la calidad y el volumen de sus cosechas.

“El impacto ha sido impresionante”, afirma. “Con el método anterior se perdía mucha agua y se lavaban los nutrientes. Hoy puedo administrar el recurso con inteligencia. He llegado a obtener hasta 89 quintales de cebolla por tarea, un rendimiento que antes era inalcanzable”.

Más allá de los números, Manuel destaca que este tipo de riego también le ha permitido reducir costos, usar fertilizantes de manera más efectiva y proteger el suelo. Todo esto se traduce en una agricultura más preparada para los cambios del entorno y más competitiva ante los vaivenes del mercado.

Pero su transformación no se limita a su parcela. Consciente del poder del ejemplo, Matos ha asumido un papel activo como promotor del cambio entre sus colegas productores. Cree firmemente que el desarrollo del campo dominicano pasa por la capacitación, la tecnificación y una mentalidad abierta a nuevas formas de hacer las cosas.

“Ya no podemos depender de los métodos de antes. Si seguimos así, pondremos en peligro nuestra seguridad alimentaria. Necesitamos conocer nuestros suelos, adaptar los cultivos a las condiciones actuales y producir con responsabilidad. No es solo sembrar, es hacerlo con sentido”, enfatiza.

Para él, adoptar tecnología no significa borrar las costumbres del campo, sino reforzarlas con herramientas que permitan a los agricultores prosperar sin destruir su entorno. Su finca se ha convertido en un modelo vivo de buenas prácticas agrícolas, donde cada riego y cada cosecha reflejan un compromiso con el futuro.

La historia de Manuel Matos es la de un agricultor que no solo cultiva la tierra, sino también la esperanza de un agro más resiliente, rentable y respetuoso con la naturaleza. En un país donde la agricultura sigue siendo vital, su experiencia demuestra que el cambio es posible —y necesario— si se apuesta por el conocimiento, la innovación y la voluntad de avanzar.